Hace muchos años, en una tierra lejana habitaba el reino de Iumannbadi, un pueblo prospero y feliz que luchaba día a día para sobrevivir en un mundo lleno de tiranos opresores; esta historia, relata la invasión de uno de ellos, el señor microbio, un malvado señor, que invadió una provincia periférica de Iumannbadi, tiñendo las calles de rojo de tanta sangre y aumentando la temperatura de la zona de tantas casas que incendio. Este hecho pareciera aislado pero causo un gran dolor a nivel central en todo el reino e incluso le hizo perder funcionalidad, ya que tuvieron que derrochar todas sus fuerzas y energías en eliminar al malvado microbio.
La primera estrategia que se les ocurrió para tratar de evitar el mal en sus tierras, fue la construcción de un muro periférico hecho de endotelinas, una piedra mágica que tenía la capacidad de actuar como barrera impenetrable, pero pronto se dieron cuenta que esa estrategia no iba a funcionar debido a que no iban a poder ni echar al malvado microbio ni recuperar sus tierras. Fui ahí cuando se dieron cuenta que el problema era doble, porque la endotelina era tan mágica que ni ellos la podían romper, así que tuvieron que recurrir al hechicero del pueblo, llamado Gastón, por ayuda. Este les proporciono una pócima mágica que sólo el conocía y que la había heredado de su abuela; esta pócima tenía varios ingredientes secretos, pero había algunos que todos conocían: la histamina, el óxido nítrico y mucho pero mucho amor.
La pócima mágica resulto, y la endotelina empezó a mostrar flaquezas, fui ahí cuando los ciudadanos de Iumannbadi empezaron a actuar: lo primero que hicieron fue tratar de apagar los incendios que el malvado microbio había prendido, por lo que montados a caballo rociaron con hidrolavadoras industriales los muros, haciendo que por aumento de la presión hidrostática el agua fluya hacia donde estaba el señor microbio.
Cuando el muro estuvo debilitado lo suficiente, como para romperlo y poder hacer el ataque final, hicieron un stop, porque era un proceso muy complicado. El problema principal radicaba en que para romper el muro, había cinco estrategias posibles: la primera era por lesión directa, pero pronto lo descartaron, porque incluiría hacer mayor daño a su tierra; la segunda era a través de radicales libres, pero también fue poco revisada por lo difícil que era controlar este proceso; la tercera y la cuarta fueron grandes ideas, pero ambas incluían la aprobación del VEGF, el sindicato reinante de esos tiempos, y todos saben lo que tardan en decidirse y lo poco que les gusta trabajar. Cuando ya se estaban rindiendo y quedando sin ideas, apareció el herrero del pueblo llamado Guido, cuyo phd en alquimia generaba respeto en los hombres y sensación en las mujeres, por lo que obviamente fue oído por todo el mundo. El propuso la quinta y última estrategia, ya que convenció a todos inmediatamente, el había desarrollado un pico formado por histamina, serotonina, IL-1 (interleuquina 1), TNF alfa (Factor de necrosis tumoral alfa), IFN gama (interferón gama), anafilotoxinas del complemento como c3a y c5a, sustancia p, bradiquinina y PAF (factor activador de plaquetas) que destruiría el muro para que los hombres puedan pasar. Ni bien termino de hablar Guido, pronto repartieron los picos y se pusieron todos juntos a trabajar.
Los siguientes días a la destrucción del muro, desencadenaron la batalla final por la cual el reino de Iumannbadi se logró librar del malvado microbio, de ello hay varias anécdotas, cuentos y hasta canciones, que los habitantes del reino compartían en las tertulias y kermeses que se desarrollaban cada semana, pero como sabemos que la nitidez de los hechos se va borrando con el tiempo, creo fervientemente que lo mejor es exponer aquí la bitácora del capitán Robbins; esta cuenta con lujo de detalles como hicieron los habitantes de Iumannbadi en 5 días para destruir el muro.
El primer día fue la llegada de las tropas, estas tuvieron que hacerlo por vía fluvial, ya que el VEGF se encontraba haciendo piquetes y fue imposible que se acercaran en bondi. Las tropas del reino de Iumannbadi estaban formada por dos pelotones, el de los leucocitos y los eritrocitos, el problema fue que justo ese día, el rió estaba muy caudaloso y estos últimos no pudieron acercarse a la orilla, por lo que la gloria posterior se la llevaron los leucocitos. Los leucocitos pudieron aproximarse a la orilla, debido a que un grumete inexperto, llevaba en su mochila un pegamento marca selectina que le había dado su madre; la marginación de la corriente no fue del todo agradable, ya que para realizar el proceso, las naves tuvieron que rodar por toda la costa, y todo el mundo termino mareado.
Al segundo día pudieron acercarse al lugar de desembarco, gracias a que la princesa del reino, llamada Candela había hecho unos faros de luz eterna para que los marineros no se perdieran. La luz eterna era la principal exportación y actividad económica de Iumannbadi y estaba constituida principalmente por IL-8, IL-1 y TNF alfa. Esa noche hubo festejo, y para no perder la buena suerte porque eran muy cabuleros, decidieron marearse otra vez pero con un tintillo servido en bidones.
Al tercer día se levantaron bien temprano, y se pusieron una ropa protectora, algunos kevlar, otros CD31 y otros PECAM, esto es un claro signo de la democracia que había en el reino, ya que cada soldado elegía la protección que quería.
El cuarto día de esta expedición es muy confuso, ya que según algunos afirmaban que duró un día pero otros, un poco más realistas, observaron que tendría que haber durado un poco más debido a la hazaña realizada; de todas formas los hechos que podemos afirmar y que si ocurrieron, son los siguientes: los primeros que tomaron contacto con el enemigo fueron los espías, estos no fueron descubiertos, ya que en realidad eran extranjeros, que luchaban por Iumannbadi para obtener la green card. La función de estos espías fue señalar a los enemigos con cajitas musicales que emitian ciertos sonidos repetitivos como IL-8, leucotrieno B4 y C5a. El pelotón de los leucocitos, tenía dos unidades principales, la primera estaba ocupada por neutrófilos, que eran los primeros en tomar contacto con el enemigo por su mayor velocidad; y la segunda ocupada por los monocitos/macrófagos, que si bien un poco más lentos, eran capaces de producir mucho más daño a los enemigos.
El quinto y último día de la batalla, volvieron a trabajar los espías, pero esta vez en vez de sonidos utilizaron diferentes pinturas, escribieron en el lecho de los enemigos, un código hasta ahora nunca descifrado, pero que incluía palabras como IGG, C3b, lectina fijadora de manosa y proteína reactiva. Esta señalización del enemigo permitió a los leucocitos arrasar con ellos y conseguir así eliminar al tirano microbio.
Aquí termina este pequeño relato de la gran historia que posee Iumannbadi, esperemos que alguna vez, podamos compartir alguna otra historia de este maravilloso reino que antaño habitaba en esta tierra.
